jueves, 10 de octubre de 2013

SOLA EN CASA



Era una mañana de Otoño como otra cualquiera, en Madrid. Julia salió de la cama muerta de sueño, y miró el reloj. Era temprano, las siete de la mañana. Se vistió lentamente y fue a desayunar, esperando encontrar a sus padres en la cocina. Pero allí no había nadie. Todo estaba en silencio. No se preocupó, pensando que quizás se habrían ido a trabajar más temprano.
Después de desayunar, bajó a la calle y se encontró con su amiga Carmen, una chica rubia y alta, que siempre estaba sonriendo. Las dos comenzaron a andar hacia el colegio.
-¿Sabes qué? Hoy mis padres no estaban cuando me he levantado.-dijo Julia-.
-¿En serio? ¿Y dónde están?
-Ni idea, pero me da igual. ¡Estoy genial sin ellos! -mintió Julia-. No me dejan hacer nada, y ahora podré hacer lo que quiera.
Las dos empezaron a reírse. Entonces llegaron al colegio y cada una se fue a su clase. Por la tarde, cuando Julia volvió a su casa, sus padres seguían sin aparecer. Hizo lo que quiso. Comió mientras veía la tele, y se pasó toda la tarde jugando con el ordenador y hablando por el móvil, ya que no había nadie que le dijese: "¡Ponte ya a hacer la tarea!". Se fue a dormir, y al día siguiente pasó lo mismo: ni rastro de sus padres. Empezó a preocuparse al ver que no le cogían el teléfono . Pasaron tres días, todos iguales. Ya no sabía que hacer.
Julia se despertó de golpe al oír el despertador. Eran las siete. Corrió a la cocina. Allí estaban sus padres, preparando el desayuno. Les abrazó y les dijo:
- ¡Os he echado de menos!
-¿Qué? -le respondió su madre-.
Julia le sonrió aliviada. Todo había sido un sueño.
 
Redactado por: Inés Salvador López
                          N. 16
                          3.C