martes, 27 de abril de 2010

ANABELA

La noche era fría y lluviosa, Anabela una anciana considerada por todos  una mujer culta gracias a su longeva vida, veía  desde la ventana de su casa sentada en su sillón  como los veloces relámpagos iluminaban el pequeño pueblo y como, el trueno que le precedía rompía el pequeño sonido de las gotitas de lluvia sobre el cristal de la ventana. Era una mujer mayor pero nunca, en su larga vida, había visto una tormenta semejante en aquel pequeño pueblo donde, las grandes precipitaciones escaseaban. Solo recordaba a ver visto una tormenta parecida cuando era muy pequeña:

 

Aquella tarde había salido con su amigo Jonás al campo, como siempre que iba con Jonás el tiempo pasó rápidamente y  antes de que se dieran cuenta ya era de noche. Como si de algo mágico se tratara noto una pequeña  sensación de frió en su nariz y segundos después:

Jonás gritó: -Llueve

 

Los dos se miraron durante unos segundos y empezaron a correr. Anabela, que era una chica valiente no podía resistir cerrar los ojos cada vez que oía un trueno. Llegó a su casa totalmente empapada, recordaba  las caras de sus padres al verla llegar; eran una mezcla de furia  y preocupación al ver la llegar a su hija con sus ropas mojadas pero a la vez tenían una expresión  relajada y alegre al verla llegar sana y salva.

 

Sus recuerdos se interrumpieron al oír una gran trueno. Anabela  pensó que lo mejor  que podía hacer era irse a la cama. Se levantó para cerrar las persianas, cuando un rayo ilumino la calle oscura, le pareció  ver a Jonás su gran amigo debajo de la lluvia como aquel día.  Ella perpleja pensaba que estaba delirando, que su vista le engañaba era imposible, su amigo había muerto hacia ya 3 años. Una de las cosas que ella odiaba de ser tan mayor era la de perder a sus seres queridos, todos debían morir algún día y ella veía como morían todos a los que quería mientras ella tenia que seguir viviendo, Anabela estaba sola no le quedaban amigos, no le quedaban familiares.

 

Haciendo caso omiso a su visión intento cerrar de nuevo las persianas cuando otro rayo ilumino la calle, esta vez estaba segura, había vito a su amigo no era una visión. Salió de la casa bajo la lluvia sin importarle nada, se acercó a la figura de su amigo se quedo callada delante suya hasta que su amigo comenzó a correr ella de repente se sintió joven y salió corriendo detrás suya. La figura de su aligo se paro en un campo, Anabela lo recordaba bien entonces noto una pequeña  sensación de frió en su nariz y segundos después Jonás gritó (aunque pareció que solo ella podía escucharlo):

-Llueve.

 

La tormenta cesó a la mañana siguiente todos los habitantes de aquel pequeño pueblo  miraban con asombro el gran arco de colores que apareció en el cielo. Las personas empezaron a notar la ausencia de Anabela y fueron a su puerta tocaron varias veces pero nadie les abría, preocupados tiraron la puerta abajo y al entrar la vieron inconsciente  sobre su sillón con una sonrisa en sus labios  y una pequeña gota de lluvia en su nariz.

                                                                                                                                                                       Jesús Arcos García nº1   3ºD