martes, 27 de abril de 2010

LA APUESTA MÁS CARA

Era de noche y una oscuridad envolvía el lugar. El joven avanzaba pesadamente por la espesura, su forma de caminar era lo único en su aspecto que denotara tranquilidad; no era la primera vez que iba al lugar donde ahora se dirigía, pero siempre rezaba porque fuera la última. Sabia el entorno en el que iba a entrar, y eso no le tranquilizaba, pero era necesario; a su padre lo habían despedido esa misma mañana y su madre los abandonó cuando él todavía era un bebe , por tanto alguien debía traer dinero a casa y esta vez le tocaba a él .Por supuesto su padre no tenía ni idea de lo que su hijo se proponía aquella noche y esperaba que si conseguía el dinero no le hiciese demasiadas preguntas.

Mientras iba envuelto en sus pensamientos llegó a la vieja cabaña donde se hacían todo tipo de apuestas; era ya noche cerrada pero aun así seguía abierta, mientras hubiese alguien dispuesto a dejar su dinero se mantenía abierto, y en la víspera de un fin de semana con acontecimientos deportivos importantes siempre había gente con ganas de ganar dinero por la vía rápida. Esta no era una casa de apuestas normal, se manejaba mucho más dinero, puesto que participaba gente que normalmente no podía hacerlo, y por supuesto no era legal.

Sabía que se jugaba mucho dinero y que no podía perder, si lo hacía, le iba a deber dinero a gente que no le gustaría tener que conocer, pero era una apuesta segura, la semana anterior su padre recibió una carta con un soplo acerca de la carrera que se iba a disputar la mañana siguiente, no pudo evitar echar un vistazo a la carta, siempre había sentido curiosidad por esos sobres tan misteriosos y como en ese momento su padre no estaba en casa, decidió guardarla porque sabía que estaban atravesando un mal momento y no quería que a su padre le pudiese la tentación una vez más. Pensaba en deshacerse de la carta pero dados los acontecimientos no tenía más remedio. Al parecer en la carrera del día siguiente iba a participar un caballo al que lo habían tratado para fortalecer su resistencia y velocidad y gracias a ello el amigo de su padre que le había mandado la carta había ganado una gran cantidad la semana anterior, era dinero seguro, de otra manera ni se le hubiese pasado por la cabeza apostar, pero aún así esa noche no durmió bien.

Al día siguiente se levantó temprano para ir al club hípico, donde se disputaba la carrera, su padre aún dormía cuando este atravesó el umbral de su casa; esperaba llegar a casa con el dinero para la hora de comer, esperaba que por una vez en varios días esa expresión cobrase algo de sentido. Los corredores ya estaban en sus puestos tras las vallas y el juez disparó. El caballo al que había confiado el poco dinero que tenía su padre se quedó un poco rezagado pero conforme avanzaba la carrera recortaba distancia a los demás , cuando se preparaban para encarar la recta final, el camino hacia la gloria, se puso en cabeza y, en apenas unos segundos le sacaba varias zancadas a los otros, iba a ganar , estaba a solo un metro de la victoria, pero entonces sucedió algo inesperado, el caballo se desplomó prácticamente sobre la línea de meta, su cerebro intentó desbloquearse del shock sufrido y cuando empezó a funcionar vio ante él una verdad

aterradora , había perdido un montón de dinero y sabía que no iba a poder hacer frente a la deuda, y lo peor era que él no era el único que lo sabía .Salió del hipódromo corriendo con la ilusión de despertar de aquella pesadilla y descubrir que todo había sido un sueño ; una esperanza más y otra vez desvanecida cuando vio a dos hombres trajeados frente a él con cara de pocos amigos, con la cara que tienen dos personas que saben que a su jefe no le va a hacer gracia quedarse sin su dinero. Así se desvaneció su último sueño, el de llegar a casa con vida.