martes, 27 de abril de 2010

Son cosas que uno sueña.

Cuando tenia cinco años me regalaron mi primer piano electrónico. Desde muy pequeña mi padre me ponía canciones para dormir; desde entonces ya soñaba con la música.

Quién me iba a decir que ese piano sería tan imprescindible para mí; la primera vez que lo vi,¡lo vi tan grande y bonito!cada tecla que tocaba me sorprendía mas que otra.

Siempre estaba descubriendo nuevas sintonías y formas mientras imitaba a famosos músicos que veía en la televisión y canciones que escuchaba en la radio.

Fui creciendo acompañada de mi piano, empecé a dar mis primeros pasos con la ayuda de las clases de mi padre ,quién mejor profesor que él.Fui a diversas academias  donde además de aprender a tocar y perfeccionar aprendí a querer.

El primer día de clase lo ví, no sé como pero sentí esa típica sensación  de "mariposas en el estómago" que lees en los libros de amor.

Poco a poco fui conociéndole ,teníamos muchas cosas en común , compartimos mucho tiempo juntos y se convirtió en mi mejor amigo.

En mi tiempo libre , cerraba la puerta de mi habitación y comenzaba a componer , y mientras tocaba las teclas de mi piano la música salía sola llena de mis propios sentimientos.

Cumplí dieciocho  y decidí independizarme pero no me fui sola, todo mi pasado de sentimientos y mis amistades me acompañaban en todo momento.

Mi piano seguía funcionando, llegué a componer bellas canciones que solo yo escuchaba.

Mis estudios iban bien pero me di cuenta de que no me podía separar de lo que más quería  en  este mundo, la música; tenía talento y empecé a replantearme -¿Por qué no dedicarme a lo que de verdad me gusta?.

No contaba con el apoyo de mis padre así que decidí pedirle consejo a él , me dijo:

-No puedo contestar si no me enseñas tu talento.

Tenía miedo, mucho miedo de que él pudiera escuchar en mis canciones lo que de verdad sentía. Toqué delante suya y mientras cantaba mis canciones, miraba su rostro analizando cada una de mis letras. Así se dio cuenta y antes de acabar tocando las últimas teclas ,ví sus labios frente los míos rompiendo en un beso los últimos acordes.

Tengo 25 años, trabajo en la orquesta sinfónica de Madrid, mi viejo piano sigue sonando  y no sólo sigo enamorada de él sino también de la música. ¿Quién me diría que llegaría a ser tan feliz?. No lo sé , simplemente, son cosas que uno sueña.

 

 

 

Ángela Vicioso Giménez Nº27 , 4ºC