Era una noche de otoño, las hojas caían de los árboles más altos y dejaban pasar claramente la luz de la luna llena, mientras tres niños jugaban en el parque de debajo de sus casas. De repente, una la luz procedente de la luna se enfocó en un punto del parque donde jugaban estos niños.
Carlos, uno de ellos, se intereso por el suceso, se dirigió al punto iluminado y empezó a excavar, luego David y Carla le siguieron y empezaron a excavar con él . Llevaban diez minutos excavando, cuando encontraron una caja de plata, que brillaba solo con la luz de la luna, su tamaño era pequeño y no tenia ninguna cerradura, estaba totalmente sellada.
Los niños sabían que habían encontrado algo importante y estuvieron casi todo la noche intentando desvelar el secreto que poseía la caja. Después de un buen rato los niños dejaron de intentarlo y echaron a suertes quien se quedaba con la caja, por suerte o por desgracia, Cala se llevo la caja consigo.
Carla se dirigía a su casa que no estaba lejos, pero mientras regresaba escucho unas voces que no sabia muy bien de donde procedían. Ella no atendió estas voces que se dirigían a ella y se apresuro para llegar a casa.
Era ya muy tarde y decidió acostarse, ya que por la mañana había quedado con David y Carlos para seguir investigando sobre la caja. Amaneció un bonito día, Carlos y David esperaban a Carla en el parque como habían quedado la noche antes, cuando Carla llego con los ojos de un color verde intenso los niños se dieron cuenta de que esa no era su amiga, cuando se acercaron a ella para ver lo que le pasaba, Carla les ataco y los niños se alejaron de ella rápidamente, mientras ella se dirigió a ponerla.
En cuanto dejo la caja en su sitio y la enterró lo mas profundo que pudo volvió a ser ella misma y empezó a contarles la historia de la caja y del espíritu que albergaba en ella.