martes, 27 de abril de 2010

COMO CADA DÍA

Un meteorito impactará contra la tierra rompiéndola en mil pedazos dentro de un mes, o al menos eso iba a suceder en el sueño de Daniela.

Mientras soñaba ante la noticia, empezó a escuchar u ruido de fondo que poco a poco apreció que era un llanto. Despertó sobresaltada y miró a la esquina de la habitación. Allí, su pequeño lloraba desolado como todas las noches.

A cualquier persona le irritaría no poder dormir bien ninguna noche; sin embargo, ella adoraba a su bebé y no le importaba levantarse corriendo a mirarlo. Lo cogió en brazos. Era capaz de sentir en ella las lágrimas que caían por las mejillas de su hijo y meciéndolo lentamente el niño cerró los ojos.

No volvió a su cama, se quedó allí acariciándolo, contemplando como se hinchaba al respirar. En ese mismo instante, la puerta se abrió y entró una señora vestida de blanco que había oído los llantos. Cogió delicadamente a Daniela y la sentó en la cama para explicarle cuidadosamente, como hacía cada noche, que su hijo había muerto junto a su padre en un accidente de tráfico. Aquello que veía allí no era más que el producto de su imaginación.

Daniela asentía con la cabeza y la señora de blanco la arropaba en su cama antes de salir de la habitación. Cuando esta ya se había ido Daniela susurró antes de dormirse: "volvemos a estar solos mi niño".

 
 
Marta Collado Lamarca. 4º C.