martes, 27 de abril de 2010

KILÓMETRO 23


Hace ya unos meses que pasó, y aun no se va de mi cabeza esa imagen borrosa, una fría noche de verano en Madrid…

 

Era 21 de Julio  y estábamos toda mi familia y yo en el pueblo de mis abuelos, lejos de ruidos, prisas y contaminación, allí solo había tranquilidad y un continuo estado de relajación absoluta.

Allí estábamos todos, mi hermano, mis padres y mis abuelos en su pequeña casita pasando un tiempo del verano, después de estar todo el año en la Capital.

Esa casa era bastante antigua y mas pequeña de lo normal, pero poco a poco mis abuelos la fueron reconstruyendo y adaptando a su gusto.

A ellos la Capital no les gustaba especialmente, es mas, hacia ya años que ni la pisaban y por ellos así seguiría, según ellos la Capital está hecha para la 'gente moderna'.

Mis abuelos estaban ya muy mal, apenas podían mantenerse en pie, y tampoco es que se les diese precisamente bien las nuevas tecnologías, es mas no habían tocado un ordenador en su vida, y el móvil que le regaló mi padre estaba todavía en la caja, perdido en cualquier cajón.

Según los médicos apenas iban a aguantar hasta el final del verano, es por eso el motivo de nuestra visita, queríamos que viesen por última vez Madrid en todo su esplendor.

Después de un par de días intentando convencerles al final lo conseguimos entre todos por lo que el día 23 de Julio partiríamos hacia Madrid.

Llego el tan ansioso día, en el que por cierto se anunciaba tormenta, y todos hicimos nuestras maletas, así pasaba el tiempo hasta que llegó la noche y nos pusimos en marcha, la predicción no se había equivocada y una tormenta inundó los cielos dejando caer toda su furia.

Aun así mi padre quiso continuar hacia delante y nos pusimos en marcha, el viaje tenia previsto que tardase sobre unas dos horas más o menos.

Llevábamos ya una hora y media cuando de repente  note un escalofrío en el cuerpo, mire a mi alrededor y vi a toda mi familia durmiendo menos a mi padre pues era el que conducía, entonces mire a mi padre y como de repente se le cambiaba el gesto en su cara, miré a la carretera y entonces lo vi… una persona, tal vez un animal… no lo se, lo único que sé es que mi padre lo intento esquivar saliéndose de la calzada y perdiendo totalmente el control del coche en ese momento una orquesta de gritos desoló el interior del coche…

 

Cuando desperté estaba medio inconsciente y lo primero que pregunté fue donde estaba toda mi familia, note como los médicos se miraban conteniendo la respiración sin atreverse a decir nada, hasta que por fin uno se me acerca y me dijo las seis palabras que nadie quiere oír en un hospital…:

 

'Lo siento, hicimos todo lo posible…'

 

Solo, estaba complemente solo… el mundo se me vino encima.

 

 

Alejandro Plaza Casals     Nº 15     4ºB ESO