martes, 27 de abril de 2010

EL DÍA MÁS FELIZ DE MI VIDA

 

¡Bum! La gente gritaba, el caos era inimaginable, en unos pocos instantes la tranquila estancia se había convertido en un auténtico infierno, José no fue capaz de reaccionar a tiempo y cuando se quiso dar cuenta se encontraba atrapado entre poderosas llamas. Resignándose ya a su cruento destino, una voz desgarró el aire, al reconocerla, José no se lo pensó dos veces se envolvió con unas cortinas y armándose de valor atravesó la abrasadora llama.

 

El calor era insoportable, las finas cortinas no resistieron ni la mitad del trayecto,  empezaba a sentir el abrasador calor del fuego en cada centímetro de su cuerpo, creyendo ya que no lo lograría, consiguió llegar al otro lado. Una vez allí, José se despojó de las humeantes cortinas, comprobó para su sorpresa que sus heridas eran ínfimas y que el eterno trayecto que acababa de realizar apenas había durado un mísero segundo.

 

Otro estremecedor aullido sacó a José de su ensimismamiento, la chica con la que había quedado yacía inconsciente en el suelo, acercándose ágilmente a ella le tomó la mano y dio un gran suspiro de alivio al sentir su tenue pulso. Sin previo aviso otra explosión tuvo lugar, no fue tan potente como la primera pero sí lo suficiente como para derribar la pesada estantería que fue a parar justo encima de José.

 

Allí, semiinconsciente, José comenzó a recordar los hechos de ese mismo día, por la mañana, el día auguraba con ser el más feliz de toda su vida, no solo le había contratado el periódico más importante del país, sino que por fin se había atrevido a pedirle una cita… bueno le había preguntado a la chica, de la que estaba locamente enamorado, si le apetecía tomar un café en la cafetería de enfrente, a lo que ella sonriente, le respondió afirmativamente como diciendo: ¡por fin!, aunque no estaba seguro si eso se lo había imaginado. Ya en la cafetería a la hora acordada, nada mas entrar y sin darle tiempo a saludar a la chica comenzó todo este maldito infierno.

 

Recuperándose del terrible golpe, José y la chica abrieron los ojos y así, mirándose mutuamente estuvieron un buen rato, ninguno de los dos se podía mover por lo que supieron que iban a morir allí tumbados, pero no les importó demasiado. Sin saber por qué, eran felices, simple y llanamente felices. En el más inhóspito de los lugares habían encontrado la felicidad. José supo que le gustaría saber algo antes de morir:

 

        ¿Cómo te llamas? – La pregunta sonaba ridícula en estas circunstancias pero lo                       cierto es que no lo sabía.

 

        Amelia. – respondió la chica con evidente esfuerzo.

 

        Amelia… te amo. –

 

Amelia no fue capaz de responder pero hizo un gesto a José indicándole que era correspondido, lo que le colmó de felicidad. Sólo una duda le turbaba, "¿Quién es el responsable de esta calamidad?" A lo que para su sorpresa respondió: "¡Y que más da, soy feliz!" En ese instante una última bomba explosionó llevándose las dos almas con las manos entrelazadas a un lugar donde no les disturbe la estupidez humana y puedan estar tranquilos de una vez por todas.



Escrito por: aaaaaaaaaa      

Miguel Keane Cañizares

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