A Marina siempre le fascinó el mar; todos los misterios que alberga ese gran manto azul; ella siempre deseó poder bucear entre sus habitantes, descifrar todos sus misterios.
Todo comenzó a la temprana edad de tres años, sus padres y ella estaban en un crucero en alta mar, y en un descuido, ella cayó al oleaje, sus padres alarmados, se zambulleron en su rescate. Y de repente de entre las olas, surgió un majestuoso delfín, que le rescató de morir ahogada.
Desde entonces, Marina siempre quiso saber dónde estaría el animal en cada instante, y por qué actuó como lo hizo; en ese momento decidió que su trabajo estaría ligado al mar.
A la edad de veinticinco años, comenzó a trabajar como bióloga marina; su sueño se había cumplido, pero aún así se sentía incompleta; el delfín era un recuerdo imborrable del pasado. Cada día iba a la orilla del mar a observar la puesta de sol, cuando admiraba la cálida y tenue luz del astro, le parecía ver la silueta del que un día le salvó, y que regresaba por ella.
No se sentía parte del mundo al que pertenecía, cuando estaba en la superficie calmada del agua salada sentía que todos sus problemas desaparecían y que era capaz de realizar cualquier cosa que se propusiese, deseaba poder estar permanentemente allí y no salir nunca de aquel maravilloso mundo marino.
Pasaron los años, y el volver a la orilla seguía siendo una obsesión para ella, el día del crucero era un recuerdo tan abstracto como la tristeza, y el mar le invitaba a ser parte de él, aunque ella sólo podía resignarse a contemplarlo desde tierra firme.
Continuó viviendo con ese pesar en su pecho. Pero su tristeza era cada vez mayor. Un día no pudo continuar luchando con sus sentimientos, y estos jugaron en contra de su razón, arrojándola a las olas del mar. En el instante en el que el agua entró en contacto con su piel, cerró sus ojos y su sueño se vio realizado, pudo apreciar una sombra que se hacía cada vez más intensa: el delfín nadaba a su lado; había hallado la solución a sus dudas, el mamífero se lo reveló; ese animal en un pasado, había soñado como ella. La ilusión de vivir bajo agua hizo que su cuerpo adoptase la silueta de un delfín; que era lo que le estaba sucediendo a Marina. Ella nunca había experimentado tanta felicidad y sosiego como en aquel instante.
Al fin se sentía en su sitio, el océano.
23/4/10 Ana del Mar Salmerón López Nº28 3ºB E.S.O